Mediación lingüística

Concepto

La mediación lingüística es una actividad de la lengua (incluida en la competencia lingüística comunicativa), mediante la cual el usuario de esa lengua hace posible la comunicación lingüística (oral o escrita) entre personas que son incapaces, por cualquier motivo, de comunicarse entre sí directamente.

Podemos distinguir dos tipos fundamentales de mediación lingüística:

• la que se produce en el seno de una misma lengua histórica (esto es, entre diferentes variedades de ella), y hablaremos entonces de mediación intralingüística, como en el caso de la paráfrasis, la adaptación o el resumen;
• y la que se da entre códigos pertenecientes a diferentes lenguas históricas, lo que conocemos como mediación interlingüística, como en el caso de la traducción y la interpretación propiamente dichas.

El enfoque tradicional establecía cuatro destrezas comunicativas básicas: comprensión lectora, expresión escrita, comprensión oral y producción oral. En esta perspectiva, tanto la interacción como la mediación se consideraban destrezas secundarias, producto de la combinación de las cuatro actividades básicas. Es en el Marco común europeo de referencia para las lenguas (2001, en adelante MCE), donde la interacción y la mediación se sitúan al mismo nivel que las actividades de la lengua de comprensión y expresión (oral y escrita)

Análisis

Los dos tipos de mediación lingüística señalados remiten a la distinción establecida por R. Jakobson (1959) entre traducción intralingüística o reformulación (rewording) y traducción interlingüística o traducción propiamente dicha (translation proper). Mientras que la primera hace referencia a «una interpretación de los signos verbales mediante otros signos de la misma lengua», con la segunda nos referimos a «una interpretación de los signos verbales [de una lengua determinada] mediante cualquier otra lengua».

El mediador lingüístico es, pues, un emisor vicario que, en lugar de producir un mensaje original, actúa como intermediario entre hablantes y oyentes (o escritores y lectores) que no pueden comprenderse de forma directa, bien porque hablen (o escriban) lenguas históricas diferentes (español, inglés, francés…), bien porque empleen variedades diferentes de la misma lengua histórica.

Si hablamos de mediación escrita, el proceso sería similar a este (adaptado del MCE, p. 97): Escritor (Lx) → texto (en Lx) → MEDIADOR → texto (en Ly) → lector (Ly)

O, en el caso de la mediación oral, a este:

Interlocutor (Lx) → discurso (en Lx) → MEDIADOR → discurso (en Ly) → interlo- cutor (Ly)

¿Quién desempeña el papel de mediador? En la mediación interlingüística el traductor (cuando se trata de textos escritos) y el intérprete (para los discursos orales). En el caso de la mediación intralingüística, pensemos, por ejemplo, en el discurso docente o en el del periodismo divulgativo, donde el profesor o el periodista actúan como mediadores entre un científico y un público no especializado, trasladando una variedad lingüística utilizada en un determinado ámbito científico o profesional a una variedad estándar asequible al grupo no especialista (estudiantes o lectores del medio en cuestión). Así pues, el periodista, el profesor o el traductor (además, lógicamente, de cada hablante individual en determinadas situaciones comunicativas) pueden desarrollar esta actividad mediadora.

La importancia otorgada por el MCE a la mediación (y a la interacción) deriva del concepto de plurilingüismo propuesto en este documento del Consejo de Europa: frente al multilingüismo, que supone el conocimiento de varias lenguas o la coexistencia de distintas lenguas en una sociedad determinada, el plurilingüismo hace hincapié en el hecho de que las experiencias lingüísticas que va incorporando un individuo, al incrementar el conocimiento de las variedades de su lengua materna y al adquirir o aprender nuevas lenguas, se integran en una competencia comunicativa que permite la interacción de todas ellas. En las diferentes situaciones, el individuo acude a esta competencia para conseguir una comunicación eficaz con un interlocutor determinado. Así, en lo que atañe a la mediación, un hablante con conocimientos de diferentes variedades de la misma lengua, por ejemplo, que conozca, además del estándar culto, la variedad lingüística utilizada en un determinado ámbito científico o profesional, o con conocimientos, por escasos que sean, de lenguas diferentes, puede actuar sirviendo de mediador entre individuos que no tengan una lengua común, o que no compartan un registro científico dado, en el caso de una única lengua, y carezcan, por tanto, de la capacidad para comunicarse directamente (MCE, p. 4).

En el MCE se distinguen diferentes actividades de mediación (p. 85). Entre las de mediación oral se señalan la interpretación simultánea, la interpretación consecutiva y la interpretación informal. Entre las de mediación escrita, la traducción exacta, la traducción literaria, el resumen y la paráfrasis

 

Implicaciones

Es fácil comprender, a partir de lo señalado en las secciones precedentes, la importancia en nuestra sociedad de los textos y discursos producto de una actividad lingüística mediadora: además de las actividades ligadas a la traducción y la interpretación profesionales (pensemos en el uso que cotidianamente se hace de ellas en congresos, reuniones, instituciones y foros políticos y económicos; en la importancia de la traducción literaria en el ámbito cultural, de la traducción especializada en el científico, etc.), gran parte del discurso periodístico (considerado en su conjunto) y del pedagógico opera mediante actividades lingüísticas de mediación.

Las lecturas graduadas, que adaptan los textos literarios a la competencia lingüística de los aprendices de una lengua, o la metodología de lectura fácil que, partiendo del principio de que toda persona debe tener acceso a la información y a la literatura, promueve la adaptación de determinados textos a las personas con dificultades lectoras y de comprensión (ya sean transitorias, como en el caso de personas con esco- larización deficiente; ya permanentes, como en el de las personas con discapacidad intelectual), constituyen también claros ejemplos de las implicaciones prácticas de las actividades de mediación lingüística.

Dentro del campo de la adquisición y aprendizaje de lenguas, F. J. Cantero y C. de Arriba (2004) han estudiado las implicaciones didácticas de la mediación lingüística en el ámbito de la enseñanza del español como lengua extranjera, indicando qué microhabilidades de mediación deben adquirir los aprendices de una lengua extran- jera para conformar su competencia mediadora.

Teniendo en cuenta que las referencias que el MCE hace a las actividades de media- ción distinguen siempre en primera instancia entre la mediación oral y la escrita y, solo esporádicamente, se hace alusión a que estas actividades impliquen dos lenguas históricas diferentes o dos lenguas funcionales de la misma lengua histórica, parece conveniente subordinar el carácter inter o intralingüístico de la mediación al registro oral o escrito (como, por otro lado, hacen también Cantero y De Arriba en el trabajo mencionado).

Referencias

Cantero, F. J. y de Arriba, C. (2004), «Actividades de mediación lingüística para la clase de ELE», Revista Electrónica de Didáctica ELE, n.º 2.

Consejo de Europa (2001), Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación, trad. al español del Instituto Cervantes, Madrid: Anaya/Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Instituto Cervantes, 2002.

Jakobson, R. (1959), «En torno a los aspectos lingüísticos de la trad.», en Jakobson, R. (1975), Ensayos de lingüística general, pp. 67-77, trad. de Puyol, J. M., Barcelona: Seix Barral.

Fecha de ultima modificación: 2014-04-07